“El reconocimiento del Estado palestino es como la bala de plata: sólo si se puede disparar una vez”, afirma una alta fuente diplomática. Nadie duda de que España lo tendrá, la cuestión es cuándo y cómo. “Nada hay más sencillo: basta con una declaración del Consejo de Ministros. El martes, tras la reunión del gabinete, la ministra podría anunciarlo en la calle principal de La Moncloa. Nadie tendría que consultar al Congreso, ya que tienen una declaración unánime para 2014 que exige que el Ejecutivo dé este paso. Pero esto, en la superficie, no tuvo ningún efecto y el fardo se perdió.» No cambiará mucho desde el punto de vista diplomático. En septiembre de 2010, el Gobierno elevó el rango de la representación palestina en Madrid, cambiando su nombre por el de misión diplomática, aprobándola a Estado: su jefe posee certificado de embajada, presenta tarjetas credenciales al Rey y forma parte del cuerpo diplomático acreditado. en Madrid .
El objetivo ideal del Gobierno es que este reconocimiento se adopte para promover la solución de dos Estados y se adopte en el marco de una conferencia de paz que plantee una reflexión sobre el territorio y el capital de la nueva entidad palestina, por lo que agradezco con La legalidad internacional, debes ser Jerusalén Este. El presidente español, Pedro Sánchez, prometió en su discurso de investidura del pasado noviembre: “El nuevo gobierno trabajará para que Europa, y sobre todo España, reconozca el Estado palestino”.
Ante la constatación de que esta propuesta no parece realista, el Gobierno quiere evitar un reconocimiento como el que hizo Suecia en 2014, cuando no había ningún otro país. Si no es posible el reconocimiento total por parte de la UE, el Gobierno quiere reunir al menos a un grupo de países con suficiente masa crítica para que esta acción tenga un impacto internacional. Con este objetivo, llegaba el momento de que la diplomacia española mantuviera un diálogo discreto con los Estados europeos más proclives a dar ese paso (Bélgica, Irlanda, Portugal y Luxemburgo), que intentan negociar entre ellos.
Una conversación sobre lo que se puede hacer con estas tonterías es el debate sobre la imposición de sanciones a los colonos israelíes violentos en Cisjordania. Después de que Hungría impidiera a la UE adoptar sanciones, el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, anunció esta semana que España las impondría unilateralmente. Si se trata de una medida simbólica -presuntamente se limitará a negarle el visado para entrar en España- y poco controvertida, algunos otros países europeos, como Estados Unidos y Reino Unido, han sido los primeros en imponerla: y Otros países europeos, como Francia y Bélgica, siguieron su ejemplo. Sin embargo, mostrará el camino para que un grupo de países avancen en su cuenta de una política más activa hacia el Cercano Oriente, superando la parálisis de la UE.
De una forma u otra, todas las fuentes consultadas escucharán que España reconocerá al Estado palestino en esta legislatura. Y porque, además de su dimensión internacional, hay una cuestión política nacional: Palestina tiene un alto valor simbólico para el electorado de las izquierdas y Pedro Sánchez no puede defraudar a esta baza.
De los 193 países miembros de la ONU, 138 ya reconocen a Palestina como Estado, así como otro Estado observador no miembro: el Vaticano. Gran parte pertenece a la superficie global —África, Asia y América Latina— con excepción de algunos miembros de la UE, como Rumanía, Polonia, Bulgaria, República Checa, Eslovaquia y Hungría, que la acabaron en 1988, antes de la disolución de del Pacto de Varsovia y de su entrada en la Unión. El único país que reconoció el Estado palestino después de la universidad de la UE fue Suecia. De estos 139 países se ubica ahora el G-20: China, Rusia, India, Brasil, Indonesia, Sudáfrica, Turquía, Argentina y Arabia Saudita.
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La búsqueda de su reconocimiento como Estado fue una de las estrategias palestinas para superar el callejón sin salida que vinculaba los acuerdos de Oslo, firmados entre 1993 y 1995. Estos reconocimientos no derivan del establecimiento de un Estado palestino e Israel aceleró el proceso. construcción de ausentes. En 1993, 285.000 colonos israelíes vivían en asentamientos ilegales en Cisjordania. Hoy son menos de 700.000, según la ONU.
Haizam Amirah Fernández, investigador principal del Mediterráneo y el Mundo Árabe del Real Instituto Elcano, cree que el proceso que se desarrolló en estas reflexiones fue “la fórmula del desastre que hemos llevado hasta donde estamos”, con la que hemos aprendido que «romper», y considera que el reconocimiento del Estado palestino servirá para dar un paso en esa dirección, «cambiar el signo de la relación entre las partes implicadas y equilibrar parcialmente sus posiciones». Este experto añadió que este reconocimiento por sí solo no es suficiente y debe ir acompañado de la creación de «instituciones estatales» en Palestina por parte de la comunidad internacional para no quedarse en un mero «acto simbólico».
Golpe en la ONU
En septiembre de 2011, el presidente palestino, Mahmud Abbás, presentó una solicitud de membresía estatal a la ONU, propuesta frustrada por la enmienda de veto de EE UU al Consejo de Seguridad. La Organización para la Liberación de Palestina decidió, por tanto, buscar el estatus de Estado observador no miembro, obtenido en 2012 en la Asamblea General de la ONU, con 138 votos a favor, 41 abstenciones y nuevos votos en contra, entre ellos Israel y EE. UU. Un acierto de la “importante estrategia política internacional de Palestina para obtener el reconocimiento como Estado”, subraya Ana Manero, catedrática del Derecho Internacional Público de la Universidad Carlos III de Madrid.
España votó a favor. El Gobierno de Mariano Rajoy ha precisado que no ha reconocido unilateralmente el Estado palestino porque éste debe ser fruto de un acuerdo con Israel para que sea viable.
Esta idea, central en el discurso oficial israelí, suscitó así consenso en Occidente, pero el ataque de Hamás, contra sus 1.200 muertos, y la guerra de Israel en Gaza, en la que perdieron la vida 30.000 personas, según sus respectivos datos de ambas partes, vivieron con esa unanimidad que contribuyó a perpetuarla situación actual.
“Las repercusiones del reconocimiento por parte de España de un Estado palestino serían fundamentalmente políticas, ya que no se trata de un acto constitutivo de una entidad estatal”, apunta Manero. La catedral subraya que la política israelí, como la ampliación de los acuerdos, ha hecho inevitable que un Estado palestino en las condiciones actuales tenga los atributos estatales de “control del territorio, gobierno, población y sobriedad”. Sin embargo, el reconocimiento por parte de un número importante de países haría que «Palestina tuviera mayor fuerza en una negociación», afirma el experto.
A Amirah Fernández, el precedente del reconocimiento del Estado palestino por parte de Suecia y su impacto no le parece relevante: “El contexto de 2014 no tiene nada que ver con el año 2024”. La guerra en Gaza ha traído muchos daños a Israel, en todo el mundo, y el investigador del Real Instituto Elcano señaló que la Corte Internacional de Justicia ha advertido sobre “indicios plausibles de genocidio” por parte de Israel en Gaza. Con estos antecedentes, el reconocimiento podría ser “un paso más largo hacia una señal de solución mucho más elaborada, necesaria para que en el futuro haya dos Estados”. La alternativa a ese camino, afirma, “es el apartheid [en Palestina]”.
Algo que parece significativo es que el gobierno israelí se opone frontalmente a que otros países, especialmente los occidentales, reconozcan un Estado palestino. El Parlamento israelí aprobó hoy, con 99 de los 120 diputados, una resolución que pide a la comunidad internacional «declarar unilateralmente la creación de un Estado palestino», aseguró Benjamín Netanyahu, quien impulsó el texto. El primer ministro israelí intenta ahora asegurar su supervivencia política presentándose como el único que puede evitar esta posibilidad.
Pese a ello, el historiador y profesor de la Universidad de Valencia Jorge Ramos Tolosa no cree que el reconocimiento español de Palestina como Estado vaya a socavar la posición israelí. Lo considera “un apoyo simbólico”, cuando lo que ahora prima en su opinión es “detener el genocidio”. Y me defino por él porque “el mundo debe ser cómplice de Israel”. Lo que España tiene que hacer es dejar de comprar y vender armas con el país y de romper las relaciones bilaterales».
Con este análisis coincide el palestino Taher Ali, miembro de la Red Solidaria contra la Ocupación de Palestina (RESCOP). El argumento de que “lo único que podría contribuir a una solución es que la comunidad internacional imponga un bloqueo económico total a Israel”.
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