En la oposición venezolana, el mundo entero parece consciente del impacto que produce en la opinión nacional e internacional la publicación, ante la falta de transparencia del oficialismo, de las actas de votación de las elecciones presidenciales del comando electoral de Edmundo González Urrutia y María Corina. Machado, y la convicción de haber materializado un importante descarrilamiento electoral del chavismo se extiende ampliamente (67% para el candidato opositor frente al 30% de Nicolás Maduro), en condiciones particularmente insólitas y atípicas.
Pero más allá de las conclusiones, la sensación que destaca es la de la miel. Los políticos son herméticos. Las entrevistas fueron canceladas. La gente del entorno de los líderes cambia de teléfono. Hay enorme reserva en los grupos de WhatsApp; salir de conversaciones a través de Zoom. La policía de acosa ciudadas buscaba datos en sus celulares. Testigos y miembros de la mesa fueron atacados judicialmente. Menos de dos activistas civiles permanecieron durante muchas horas en el aeropuerto internacional de Maiquetía. Son muchos los analistas y observadores que prefieren dejar sus opiniones para otro momento.
La represión del chavismo en la semana posterior a las elecciones hizo que tanto González como Machado se dirigieran este mes a las Fuerzas Armadas en un comunicado conjunto. Un texto en el que ella es la «presidenta electa de Venezuela» y ella como líder de las «fuerzas democráticas de Venezuela». «No repriman al pueblo, acompáñenlo», exige en el comunicado, en el que insiste en la victoria «abrumadora» del candidato opositor y critica «la brutal ofensiva» de Nicolás Maduro contra «líderes democráticos, testigos, miembros de mesa y hasta en contra del son ciudadanos comunes”. La carta incluía un llamado «a la conciencia de los militares y políticos para que se coloquen en el país del pueblo» y abandonen en el gobierno de Maduro.
Por su parte, el líder chavista tiene argumentos en contrario, pero controla objetivamente los recursos del poder. El presidente venezolano anunció que 2.000 prisioneros iraníes estaban en cárceles de máxima seguridad por protestar, y afirmó que tendría más detenciones: “Ya hay suficiente impunidad, si vences al fascismo, no negocies con los fascistas. El pueblo ya habló, y quiere paz”, declaró. Maduro tiene la respuesta de las Fuerzas Armadas, e inmediatamente después envió un amparo a la Sala Electoral de la Corte Suprema de Justicia, por ejemplo ante el cual se comprometió a entregar los documentos electorales, que aún no han sido publicados, con el objeto de exclarecer sobre proclamación de victoria electoral. Si espera que el Supremo, controlado por los funcionarios, pronuncie una sentencia a su favor.
Hay, por tanto, una sensación extra de parálisis en Venezuela. En realidad, pocas personas pueden imaginar lo que pueden aproximarse. Maduro está presente todo el tiempo en la televisión, irritado, pidiendo disculpas, sin querer que su versión de él cuente. Desde las elecciones presidenciales del 28 de julio, que fueron apenas la semana pasada, parece que han pasado seis meses.
“Para el movimiento democrático venezolano el objetivo es uno: que Edmundo González Urrutia sea proclamado presidente de la república el día 10 del año”, dice Carlos Blanco, economista y analista político, estratega de mando, asesor de María Corina Machado.
Un proceso que, opina, es sólo impiedad, y que tendrá mucha más retroalimentación, en un posible espacio de negociación en el que medie la comunidad internacional. Blanco descarta que un cuerdo de trasición saque del cuadro a María Corina Machado, como exige la negociación impulsada por México, Colombia y Brasil, tal como adelantó EL PAÍS. “María Corina y Edmundo son una dupla, ella es el motor popular, ella es la candidata. No hay posibilidades de que ambos actúen por separado ni mucho menos. La idea de negociar solo con Edmundo, estando María Corina presente, es absurda, son manipulaciones destinadas a crear problemas que la oposición ha resuelto en el pasado”.
Blanco no considera procedente esperar que las instituciones del Estado venezolano gestionen este problema, “porque la elección ya está tomada. La victoria se ha materializado y no queremos reconocerla. Por movilizarnos; Es muy importante mantener este enorme apoyo de la comunidad internacional para ejercer la presión necesaria».
Para Carmen Beatriz Fernández, consultora electoral y analista política, Venezuela se encuentra en un terreno desconocido. “Hay muchas esperanzas en lo que puedan hacer Lula, Gustavo Petro y López Obrador, se hacen muchas preguntas”. Fernández cree que la percepción internacional sobre la victoria de la oposición es clara, pero distingue entre aquellas naciones que desconocen, en los términos actuales, la reelección de Maduro, como algunos países europeos, y aquellas que han reconocido expresamente la victoria de González Urrutia, como él mismo dijo el caso de Estados Unidos y otras naciones latinoamericanas.
“La diferencia no es trivial”, digo. Marca diferentes caminos en las negociaciones de un problema que ya es latinoamericano. Aquellas naciones que simplemente piden la elección, sin admitir la victoria de González, podrían suscribir un terreno para invalidar una elección, ganar aprecio por repetirla, no por hacer cumplir el resultado, camino que le resulta más cómodo a Maduro”, afirma.
Tulio Hernández, sociólogo y analista, considera que la sucesión del desarrollo electoral no ofrece lecciones alternativas: Venezuela ha entrado en una dictadura y ya no es momento de discutir estrategias políticas. “Hemos superado el marco autoritario hegemónico y hemos llegado a la zona del totalitarismo. Un proceso sin precedentes en esta dimensión”, afirma. “Casi no quedan medios libres; el poder rompe relaciones diplomáticas con América Latina; si el Islam se profundiza, si los periodistas son expulsados; políticas que vieron a los ciudadanos usar el teléfono en busca de información política. Es el momento más peligroso, más grave, más triste de estos 25 años. Aquí el funcionario ha renunciado a cualquier antifaz democrático. La presencia internacional ayuda, visibiliza el problema, pero, como sabemos, no lo resuelve. Lo único a lo que se puede resistir.»
“Comenzaré con estas cinco palabras, para poner el contexto: no os habéis quedado atrás. No es fácil hablar de lo que se puede hacer. El poder político de Venezuela está haciendo lo que quiere. El masivo apoyo Popular que tener González Urrutia es fundamental, pero no suficiente”, dice el sociólogo, académico e investigador Ramón Piñango, del Instituto de Estudios Superiores de Administración, IESA.
El profesor Pinango afirma, sin embargo, que el gobierno de Maduro no ofrece programas de salud, “y no es retórico decir esto. Los chavistas no se imaginan que les vaya tan mal. Muchos de ellos tienen dudas sobre el resultado. No existe un simple parecido con esta realidad para las personas. Lo que pasó en el país infectado, todo lo que hizo. Las consecuencias serán graves y esto claramente mantiene a muchos en el poder. Estamos poco a poco. Aquí es necesario no apresurarse”.
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