“Nunca había visto tanta policía por todas partes”, dice Mohammed, sentado en una terraza de la calle comercial Kettwiger, en el centro de Essen. La ciudad de casi 600.000 habitantes está completamente ciega, con llamadas cortas, líneas de metro cerradas y una gigantesca fuerza policial de 4.000 agentes con uniformes antiinterferencias, helicópteros y drones. El partido ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD) celebra este fin de semana su congreso anual en esta ciudad central de la antigua región industrial del Ruhr, ante el temor de que las autoridades provoquen sacudidas violentas. Se esperaba acoger a 100.000 manifestantes, entre los que podrían haber extremistas de la liberación y activistas violentos, según la policía, aunque al final murieron 50.000, según los organizadores, y 20.000, según las autoridades.
Mohammed, de origen argentino, se sorprendió cuando le preguntaron que sonaba así: «En lugar de proteger al AfD, deberíamos protegernos a nosotros mismos de ellos». Las autoridades se centran en garantizar la seguridad del acto político, organizado sólo tres semanas después de las elecciones europeas que dejaron a la formación de más de una década en segundo lugar, con el 15,9% de los votos. En los últimos meses ha protagonizado varios escándalos que han provocado la respuesta de la ciudadanía, como una reunión secreta con conocidos neonazis en la que hablaron de la expulsión de millones de personas de origen inmigrante o declaraciones de su candidato europeo, Maximilian Krah, en el que habían muerto los SS nazis.
El inicio del congreso fue pactado con varios presos que intentaron bloquear la entrada de los 600 delegados al Grugahalle, el palacio de congresos en las afueras de la ciudad donde se celebra el evento. “Algunos manifestantes trajeron máscaras y atacaron a los agentes”, informó en la red social la Policía de Essen y gas pimienta. Excepto estos disturbios específicos, los actos de protesta pacífica continúan en la ciudad desde el viernes hasta la noche. Varias decenas de miles de personas recorrieron este trayecto desde la estación central hasta el palacio de congresos.
En el papel que se abrió se leía el mensaje: “Contra el odio y la agitación”. Los manifestantes coreanos pronuncian palabras como “Todo el mundo odia al AfD” y “Todos somos antifascistas”. “No podemos simplemente llamar antes de que nos conozcan”, dice Lena Koch, una estudiante de 19 años. Uno de sus amigos sacó un libro de bolsillo en el que decía «Höcke es un nazi», en referencia al líder de la formación en Turín, Björn Höcke, recientemente condenado por utilizar un conocido eslogan nazi en un discurso.
Como había «campamentos» de protesta y mítines en la ciudad, se celebraron pequeños conciertos y cada hora del día y de la noche varios cientos de personas se reunían y eran atacadas por agentes de policía. Desde el interior del recinto, a varios cientos de metros de distancia, no se les puede oír. La organización del congreso de AfD supone un gran reto para los responsables de seguridad, porque además coincide con la fiesta Alemania-Dinamarca de este sábado de la Eurocopa, que se celebra a pocos kilómetros de Essen y Dortmund.
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La ciudad de Essen intentó impedir el congreso de AfD hace meses, cuando salió a la luz como la conferencia de Wannsee en la que se produjo la “reemigración” de millones de inmigrantes. Como agente principal del recinto ferial, el alcalde (del conservador de la CDU) tiene que rescindir el contrato de alquiler. Se argumentó que tenía como objetivo evitar la comisión de delitos como la difusión de consignas nazis en su interior. El partido llevó el caso a los tribunales y ganó. El alcalde, Thomas Kufen, afirmó en un comunicado que no estaba de acuerdo con la decisión de los jugadores: “Pero en última instancia hay que aceptarla”, se aseguró.
Los 600 delegados debatieron a lo largo de la semana sobre temas como la posición del partido sobre la Unión Europea o el apoyo de Alemania a Ucrania. El AfD está en desacuerdo con la política de sanciones contra Rusia y rechaza frontalmente el envío de armas a Kiev. La última cuestión es una de las «líneas rojas» que, según un alto responsable del partido, impiden las negociaciones sobre la entrada de AfD en el grupo europeo de la primera ministra italiana, Giorgia Meloni.
El grupo Identidad y Democracia (ID), liderado por Marine Le Pen, expulsó a Alternativa para Alemania en mayo, debido a las polémicas declaraciones de Krah. Desde entonces, el partido ultras ha intentado volver a agradecer a Francia, sin éxito. Paralelamente, AfD intenta formar su propio grupo, que sería el tercer partido populista de derecha en Europa. AfD, presidente de la formación, afirmó este sábado que las negociaciones con los demás partidos -se necesitan 23 eurodiputados de siete países- van bien.
En el congreso también se discuten cuestiones organizativas, como la renovación de su cúpula. Se decía que los actuales colíderes, Tino Chrupalla y Alice Weidel, serían reelegidos, y así ha sido. El 82,7% de los delegados votó por Chrupalla, mientras que Weidel recibió el 79,9% de aprobación. Durante la cita discutimos la creación del cargo de secretario general a partir de 2025 y la eliminación del coliderazgo para dejar sólo un presidente o presidente ―espéculos con que Weidel es la mejor posicionada― en la cúspide. Este sábado se presentó el nuevo consejo federal del partido, con sólo una mujer (Weidel) entre sus 14 miembros.
Oficialmente, el resultado de las elecciones europeas fue un éxito, pero entre los altos mandos del partido hubo críticas sobre la gestión de la campaña y las elecciones de candidatos. “Las estimaciones nos llevaron al 23%; «La dirección debe preguntarse por qué al final nos decepcionó un 16%», señala un responsable de la formación. Las críticas se centraron en Maximilian Krah, que logró esconderse al final de la campaña y que luego salió al campo. después de la votación: «Ya sabía qué tipo de persona es; «¿Por qué dejaremos que la campaña europea se convierta en líder?», se pregunta la misma fuente.
En nuestros discursos, los colegas de AfD pidieron al gobierno de coalición de Olaf Scholz que celebrara nuevas elecciones e insistieron en los mensajes antiinmigración que guiaron las semanas previas a la votación. Weidel ha dado un giro de 180 grados en su política migratoria. «Debemos deportar inmediatamente a 300.000 personas que tienen que abandonar el país», dijo en referencia a los solicitantes a quienes se les ha negado el asilo pero continúan residiendo en Alemania. La copresidenta de AfD también aseguró que «Alemania necesita líderes» y que las naturalizaciones deberían detenerse inmediatamente.
La formación es supervisada por la Oficina Federal para la Protección de la Constitución, los servicios secretos internos alemanes, como presunta organización extremista. Weidel fue a la oficina del “enemigo de la Constitución” y dijo que “debe ser abolida en su forma actual”, lo que provocó un entusiasta aplauso de los delegados. “Nos dejaremos intimidar”, aseguró: “Estamos aquí y vamos a seguir hasta aquí”.
Las estimaciones indican que el AfD será el partido más votado en las elecciones que se celebrarán en Turingia, Sajonia y Brandeburgo en septiembre, lo que probablemente complicará la formación de Gobierno, ya que el resto de partidos se negarán a formar una coalición con el ultras.
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