El primer ministro del Reino Unido, Keir Starmer, ha preparado el terreno este lunes para tratar de amortiguar el impacto que su primer Presupuesto tendrá en la popularidad del Gobierno laborista. Unas cuentas que requerirán la toma de «decisiones difíciles», entre ellas importantes subidas de impuestos y recortes en las partidas destinadas a los distintos ministerios. Starmer ha reconocido que el país enfrenta unas «circunstancias sin precedentes» y ha asegurado que esta es la única forma de «estabilizar» la economía y de garantizar las inversiones que el país necesita para acelerar el crecimiento. «Vendrán días mejores. Este es un plan económico que cambiará para mejor el crecimiento a largo plazo del Reino Unido», ha prometido el primer ministro.
Las críticas contra el Gobierno laborista han ido en aumento tras la filtración de algunas de las medidas que la ministra de Economía, Rachel Reeves, podría anunciar este miércoles en la presentación del Presupuesto. Entre ellas la congelación de los tramos de retenciones del impuesto de la renta y la subida de hasta dos puntos porcentuales en las contribuciones a la Seguridad Social de las empresas. Starmer insistió durante la campaña electoral en que no subiría los impuestos a las «clases trabajadoras» –entre ellos el impuesto de la renta, el IVA o las contribuciones a la Seguridad Social–, pero sus críticos le han acusado de llevar a cabo una subida encubierta de impuestos a las familias con menos ingresos.
«Nadie quiere impuestos más altos, del mismo modo que nadie quiere recortes de gasto público. Pero tenemos que ser realistas sobre el lugar en el que estamos como país», ha dicho Starmer, quien ha alertado de que la situación es distinta a la de 1997 –cuando la economía era «decente» pero los servicios públicos estaban debilitados– y también a la de 2010, cuando los servicios públicos eran fuertes pero la economía pasaba por un mal momento. «Tenemos que lidiar con las dos caras de la moneda. Estamos ante unas circunstancias sin precedentes«, ha asegurado el primer ministro. A pesar de ello, el Gobierno prevé impedir una «austeridad devastadora» y evitar tomar un «camino desastroso» para las cuentas públicas.
Deuda pública
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El principal objetivo de Reeves es reducir al máximo los recortes mediante una modificación de las reglas fiscales que le permita una mayor capacidad para acceder a préstamos en los mercados financieros. La ministra de Economía pretende cambiar la forma en la que se mide la deuda pública, algo que abriría las puertas a préstamos de hasta 60.000 millones de euros sin quebrantar la norma autoimpuesta que obliga al Gobierno a reducir la deuda pública a cinco años vista. Existe el temor a que este movimiento asuste a los mercados, aunque Starmer ha asegurado que el Presupuesto no tendrá un impacto sobre los intereses de la deuda.
Además de un aumento de la deuda, el Gobierno prevé subidas tributarias para las clases más acomodadas. Entre ellos, está sobre la mesa la subida del impuesto sobre las ganancias de capital, que grava los beneficios obtenidos por la venta de activos financieros; modificaciones en el impuesto de sucesiones, que ampliarían el número de personas sujetas a este gravámen; y el fin del llamado ‘non-dom status’, que exime del pago de tributos a los residentes con un domicilio fiscal fuera del Reino Unido por sus ingresos obtenidos en el extranjero.
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El objetivo es recaudar el dinero suficiente para cubrir el agujero de 26.000 millones de euros que los laboristas atribuyen a una mala gestión del anterior Gobierno conservador y reforzar las inversiones en los servicios públicos que el Ejecutivo considera indispensables, entre ellas más de 12.000 millones de euros para reducir las listas de espera en la sanidad pública o cerca de 290 millones de euros para devolver a millones de trabajadores inactivos al mercado laboral.