Hasta ahora no ha tenido Ucrania un arma capaz de mirar tan lejos como el ASC 890. Con esas siglas denominan las fuerzas armadas suecas a su avión de reconocimiento, vigilancia y localización de objetivos, un avanzado sistema “Global Eye” que forma parte de la última promesa de ayuda del estado mejor armado de Escandinavia. Con esta donación, Kiev culmina una semana de intensa colecta de armamento en un momento crítico de la guerra.
El ASC 890 proporcionará a Ucrania una capacidad similar a la del AWACS norteamericano: podrá ver y seguir todo tipo de movimientos en el espacio aéreo y terrestre de cobetura, y también comunicaciones y otros detalles de la actividad militar bajo su vuelo. Aunque una de sus posibilidades más importantes es la de combinarse en el ataque con los cazas F-16.
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Una tanda de 30 de esos cazas le ha prometido a Kiev el gobierno belga también esta semana. Y Portugal prepara un programa para entrenar a los pilotos de esos aviones. Hacía muchos meses de guerra de invasión que Ucrania no acumulaba en tan poco tiempo tan nutrida colecta de armas. Suecia aportará dos aviones ASC 890, pero no solo: también un centenar de blindados PBV 302 de transporte de tropas y un número no especificado de drones de ataque. La entrega sueca es tan importante -más en calidad que en cantidad- que el ministerio sueco de Defensa ha salido a tranquilizar a su opinión pública: los huecos que deja la donación en el arsenal del país “será solo temporal”.
Más armas
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En el momento de escribir estas líneas, se confirma un nuevo paquete de ayuda militar alemana por valor de 500 millones de euros para la agobiada Kiev. Lo ha confirmado el titular alemán de Defensa, Boris Pistorius, durante una visita a la ciudad portuaria ucraniana de Odesa.
El anuncio alemán ha surgido en este mismo viernes en el que el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, celebraba el cierre de otros tres acuerdos de defensa como el que rubricó en Madrid al comienzo de la semana: son pactos con Suecia, que se firma en esta jornada, y los ya establecidos con Dinamarca y Finlandia.
El nuevo paquete alemán incluye, además de un variado lote de munición de artillería y fusiles, misiles para el sistema aire-tierra IRIS-T y más drones. También, y sin cerrar el número, una nueva remesa de carros de combate Leopard, que se unirán a los 19 tanques españoles que está a punto de reconstruir Santa Bárbara Sistemas en su factoría sevillana antes de su envío al frente.
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No todo lo que Ucrania está recolectando en esta renovada entente militar europea ante Rusia es material puramente defensivo, como el haz de misiles para lanzadores Patriot que ha prometido Pedro Sánchez. Están las torres autónomas de disparo para blindados o embarcaciones que enviará también España. Lituania, por su parte, ha confirmado la aportación de radares de alerta antiaérea, que también sirven para señalar objetivos. Y el Reino Unido reune misiles Storm Shadow, de los que a ningún ministro de Defensa, y menos a sus asesores militares, se les escapa su capacidad de atacar el suelo ruso próximo a la cada vez más golpeada ciudad de Jarkov.
De cara a Ginebra
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La próxima cumbre de paz de Ginebra -a la que Ucrania ha conseguido atraer a 70 países y contra la que Rusia trata de contraprogramar- trae en el pórtico dos argumentos clave de Kiev. Por un lado, la aseveración de que los meses de junio, julio y agosto serán cruciales para la marcha de la guerra. Por otro, la discusión sobre si las armas que se cedan en esta fase del apoyo occidental serán -y servirán- para atacar suelo ruso o no, que ahora es controversia interna en el Pentágono. Esta última cuestión, consideran fuentes militares españolas, es también “divisiva” en Europa.
Este mismo viernes el dilema de la entrega de armas ofensivas de largo alcance a Ucrania ha sido negado por el ministro de Exteriores, José Manuel Albares, a quien no le consta, ha dicho, que se haya planteado esa petición. La titular de Defensa, Margarita Robles, no ha abandonado en su discurso el argumento de que España proporciona «material defensivo», para proporcionar a Ucrania el legítimo derecho a repeler la agresión rusa.
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España podría inclinarse por especializarse aún más en ese papel defensivo, y así lo ven fuentes ucranianas próximas a los preparativos de la conferencia, llevando ese planteamiento a su asiento en Ginebra. O sea, defensa antiaérea- y contracarro, básicamente. Ciertamente, en el acuerdo firmado en Moncloa entre Sánchez y Zelenski -con más escenificación mediática que concreción en el texto- no se incluye el nombre de arma alguna y se subraya una labor de retaguardia que también quiere Portugal: el adiestramiento de reclutas, al tiempo que, de todas las tareas que pueden desarrollarse en el cambo de batalla, España sí nombra una y no las demás, para tierra y para mar: el desminado.
Pacto violado
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Esta semana firmaba Zelenski sus acuerdos de seguridad con cinco estados europeos más, en plena paradoja histórica. Un 31 de mayo, pero de 1997, hace 27 años, era con Rusia con quien Ucrania firmaba un pacto amistoso. Fue un Tratado de Amistad, Cooperación y Asociación con Ucrania por el que la Federación Rusa renunciaba al uso de la fuerza o de la amenaza para resolver diferencias con el país vecino y ex miembro de la Unión Soviética.
Este 31 de mayo, fuentes ucranianas en Madrid recuerdan que, 17 años después de aquel acuerdo internacional, en 2014, con la toma de Crimea “la invasión rusa violó 407 acuerdos bilaterales con Ucrania y 80 actos internacionales”, y ocho años después, en febrero de 2022, “Moscú violó los acuerdos de Minsk”…
Kiev hace una declaración acusatoria como marco para la cumbre de Ginebra que está en preparación: a lo largo de estos años “las mismas personas han estado firmando e incumpliendo los acuerdos. Rusia está dirigida por mentirosos patológicos”, dice uno de sus comunicados.
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Las autoridades ucranianas no dejan de alertar -y ese mismo mensaje trae el ministro de exteriores ucraniano, Dmytro Kuleba, a las reuniones del Club Bilderberg en Madrid- que el punto central de la estrategia de guerra del Kremlin en estos momentos es “detener o ralentizar la ayuda militar occidental”.
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